La llegada de 2021 se ha acogido como una oportunidad para “depurar” algunos de los peores momentos que dejó 2020, eclipsado por la pandemia mundial del COVID-19, aún activa.
La realidad es que el cambio de número en el calendario no significa literalmente “borrón y cuenta nueva”, pero sí que brinda un momento para hacer balance y plantear nuevos objetivos. Al mismo tiempo, se intenta prever algunos retos que pueden surgir a lo largo de 365 días, para poder afrontarlos y superarlos con éxito. O, al menos, intentarlo.
La realidad es que el cambio de número en el calendario no significa literalmente “borrón y cuenta nueva”, pero sí que brinda un momento para hacer balance y plantear nuevos objetivos. Al mismo tiempo, se intenta prever algunos retos que pueden surgir a lo largo de 365 días, para poder afrontarlos y superarlos con éxito. O, al menos, intentarlo.
Foco en la Huella Hídrica
Inauguramos oficialmente la segunda década del siglo XXI, a la que llegamos aún con 2.000 millones de personas sin acceso y disponibilidad de agua potable. Así lo reflejan los últimos datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, que también indican la existencia de 4.500 millones sin servicios de saneamiento seguros.
Un escenario que aún hoy cuesta percibir en la mayoría de las sociedades occidentales, donde el acceso al agua es tan sencillo como lo es abrir un grifo. Así, es difícil ser plenamente conscientes que se trata de un bien necesario y, sobre todo, ilimitado, cuyo futuro depende de una gestión sostenible y eficiente inmediata.
En este sentido, divulgar conceptos como el de la Huella Hídrica – el volumen real de agua que consumimos a diario – puede ayudar a concienciar a la población y, consecuentemente, mejorar la gestión. Por ejemplo, según apunta la Asociación Española de Abasteci¬mientos de Agua y Saneamiento, una persona consume 128 litros de agua potable al día en España. Sin embargo, su huella hídrica, se sitúa cerca de los 6.700 litros de agua por persona y día, según Unesco.
En la situación de crisis climática en la que nos encontramos, tener conocimiento de estas cifras y lo que verdaderamente suponen para nuestro planeta e, inevitablemente, para cada uno de sus habitantes, es imprescindible para una acción eficaz.
Un escenario que aún hoy cuesta percibir en la mayoría de las sociedades occidentales, donde el acceso al agua es tan sencillo como lo es abrir un grifo. Así, es difícil ser plenamente conscientes que se trata de un bien necesario y, sobre todo, ilimitado, cuyo futuro depende de una gestión sostenible y eficiente inmediata.
En este sentido, divulgar conceptos como el de la Huella Hídrica – el volumen real de agua que consumimos a diario – puede ayudar a concienciar a la población y, consecuentemente, mejorar la gestión. Por ejemplo, según apunta la Asociación Española de Abasteci¬mientos de Agua y Saneamiento, una persona consume 128 litros de agua potable al día en España. Sin embargo, su huella hídrica, se sitúa cerca de los 6.700 litros de agua por persona y día, según Unesco.
En la situación de crisis climática en la que nos encontramos, tener conocimiento de estas cifras y lo que verdaderamente suponen para nuestro planeta e, inevitablemente, para cada uno de sus habitantes, es imprescindible para una acción eficaz.
La Agenda 2030, en el Horizonte
Acabamos de entrar en la década definitiva hacia el destino que representan los Objetivos de Desarrollo Sostenibles marcados para 2030. Una meta en las que – directa o indirectamente – la garantía universal del derecho del agua influye.
Justamente nos encontramos en un escenario, el de la crisis sanitaria desatada por la pandemia, que nos muestra cómo el agua es un recurso que marca la frontera entre la salud y la enfermedad. Las cifras y estadísticas han demostrado que donde no había agua para lavarse las manos, el contagio de coronavirus ha sido más incisivo.
Cierto es que los problemas de escasez de agua se han ido arrastrando durante décadas y que, antes de la pandemia, el Cambio Climático ya había empezado a replantear retos que, por si no fueran suficientes, se han agudizado e, incluso, acelerado.
Lo que se sabía seguro y ahora se (re)confirma es que, sin agua, ni la salud, ni la alimentación, ni el desarrollo es posible y la única opción – quizás la última – es actuar.
Justamente nos encontramos en un escenario, el de la crisis sanitaria desatada por la pandemia, que nos muestra cómo el agua es un recurso que marca la frontera entre la salud y la enfermedad. Las cifras y estadísticas han demostrado que donde no había agua para lavarse las manos, el contagio de coronavirus ha sido más incisivo.
Cierto es que los problemas de escasez de agua se han ido arrastrando durante décadas y que, antes de la pandemia, el Cambio Climático ya había empezado a replantear retos que, por si no fueran suficientes, se han agudizado e, incluso, acelerado.
Lo que se sabía seguro y ahora se (re)confirma es que, sin agua, ni la salud, ni la alimentación, ni el desarrollo es posible y la única opción – quizás la última – es actuar.
DAGA y su compromiso con la sostenibilidad
Con más de seis décadaqs de experiencia, DAGA lidera el desarrollo de equipos para el tratamiento de aguas residuales (EDAR), equipos para la filtración y desbaste de agua de regadío y equipos de tratamiento de efluentes industriales.
Nuestro catálogo de productos refleja los valores de un grupo industrial comprometido con el medioambiente y, en particular, con el ciclo del agua.
Descubre más información relacionada con el sector, en nuestro blog.
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